CARTA DEL PAPA JUAN PABLO II
A CHIARA LUBICH,
FUNDADORA DE LA OBRA DE MARÍA
(MOVIMIENTO DE LOS FOCOLARES)
A la amable señorita
CHIARA LUBICH
Presidenta de la Obra de María
(Movimiento de los Focolares)
1. Con alegría y afecto le dirijo mi cordial saludo a usted y a los
participantes en la asamblea general de la Obra de María, que se está
celebrando en Castelgandolfo. Os agradezco las palabras de felicitación que
habéis querido enviarme con ocasión del aniversario de hoy, que marca el
inicio del XXV año de mi ministerio en la Sede de Pedro. He sentido siempre la
cercanía espiritual de los miembros del Movimiento de los Focolares, y he
admirado su acción apostólica eficaz en la Iglesia y en el mundo.
De modo particular, aprecio la Obra de María por la valiosa contribución que
presta a la consecución misma de su fin específico, es decir, la promoción
de la comunión mediante la búsqueda y la práctica del diálogo, tanto en el
seno de la Iglesia católica como con las demás Iglesias y comunidades
eclesiales, al igual que con las diversas religiones y con los no creyentes.
2. En estos días en que estáis verificando y proyectando la vida y la
actividad del Movimiento, me alegra renovaros la expresión de mi estima y
agradecimiento por el apostolado que realizáis y por las múltiples
iniciativas que promovéis, para que la Iglesia llegue a ser cada vez más
"la casa y la escuela de la comunión" (Novo
millennio ineunte, 43).
Sois bien conscientes -y en vuestra actividad lo tenéis muy en cuenta- de que
las acciones concretas deben ir precedidas y estar animadas por una fuerte
espiritualidad de comunión, como principio educativo en los lugares donde se
forja el hombre y el cristiano (cf. ib.). Pienso, al respecto, en las múltiples
ramificaciones del Movimiento de los Focolares: los muchachos y los jóvenes,
las familias, los sacerdotes y los religiosos; pienso en vuestra presencia en
las comunidades parroquiales y diocesanas, en los diferentes ámbitos de la
sociedad y de la cultura.
Queridos hermanos, os doy las gracias y os aliento a proseguir por doquier
vuestro testimonio de Dios amor, uno y trino, que resplandece en Cristo y en su
Iglesia.
3. Fortaleced también, cada vez más, el peculiar vínculo espiritual que
os une a María santísima, pues vuestra Obra está dedicada a ella. Cultivad
una fiel devoción a la Virgen Madre de la Iglesia una y santa, la Madre de la
unidad en el amor.
En este singular aniversario, quisiera entregar idealmente a los Focolarinos la
plegaria del santo Rosario, que he querido proponer de nuevo a toda la Iglesia
como medio privilegiado de contemplación y asimilación del misterio de
Cristo. Estoy seguro de que vuestra devoción a la santísima Virgen os ayudará
a dar la importancia necesaria a la iniciativa de un año dedicado al Rosario.
Prestad vuestra contribución, para que estos meses lleguen a ser para toda
comunidad cristiana ocasión de renovación interior.
4. El Año del Rosario será también para vosotros un estímulo a
intensificar la contemplación de Cristo con los ojos de María, para
configuraros con él e irradiar su presencia benéfica en los ambientes donde
vivís. De modo especial, sé que puedo encomendar a vuestra oración el
misterio de Jesús crucificado y abandonado como medio para contribuir
a la realización de su supremo deseo de unidad entre todos sus discípulos.
Consciente del constante recuerdo que tenéis del Sucesor de Pedro, os aseguro
mi oración y, deseando éxito a vuestra asamblea, os imparto de buen grado la
bendición apostólica a cada uno y a todo el Movimiento.
Vaticano, 16 de octubre de 2002